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Luz de luna

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Ella estaba con él... A su frente

pensativa y pálida,

penetrando al través de las rejas...

 

 

by Jose Asuncion Silva

 

Luz de luna 

 
 

Ella estaba con él... A su frente

pensativa y pálida,

penetrando al través de las rejas

de antigua ventana

de la luna naciente venían

los rayos de plata,

él estaba a sus pies, de rodillas,

¡perdido en las vagas

visiones que cruzan en horas felices

los cielos del alma!

Con las trémulas manos asidas,

con el mudo fervor de los que aman,

palpitanto en los labios los besos,

entrambos hablaban

el lenguaje mudo

sin voz ni palabras

que en momentos de dicha suprema,

tembloroso el espíritu habla...

 

El silencio que crece... la brisa

que besa las ramas,

dos seres que tiemblan, la luz de la luna

que el paisaje baña,

¡amor un instante detén allí el vuelo,

murmura tus himnos de triunfo y recoge las alas!

 

* * *

 

Unos meses después, él dormía

bajo de una lápida

el último sueño de que nadie vuelve

el último sueño de paz y de calma.

 

* * *

 

Anoche, una fiesta

con su grato bullicio animaba

de ese amor el tranquilo escenario.

¡Oh burbujas del rubio champaña!

¡Oh perfume de flores abiertas!

¡Oh girar de desnudas espaldas!

¡Oh cadencias del valse que mueve

torbellinos de tules y gasas!

Allí estuvo, más linda que nunca,

por el baile tal vez agitada

se apoyó levemente en mi brazo,

dejamos las salas

y un instante después penetramos

en la misma estancia

que un año antes no más la había visto

temblando callada,

¡cerca de él!...

...Amorosos recuerdos,

tristezas lejanas,

cariñosas memorias que vibran,

como sones de arpa,

tristezas profundas

del amor, que en sollozos estallan,

presión de sus manos,

són de sus palabras,

calor de sus besos,

¿por qué no volvisteis a su alma?...

 

* * *

 

A su pecho no vino un suspiro

a sus ojos no vino una lágrima

ni una nube nubló aquella frente

pensativa y pálida

y mirando los rayos de luna

que al través de la reja llegaban,

murmuró con su voz donde vibran,

como notas y cantos y músicas de campanas vibrantes de plata:

¡qué valses tan lindos!

¡qué noche tan clara! 

 

 

A un Pesimista

 

 

Hay demasiada sombra en tus visiones, 

algo tiene de plácido la vida, 

no todo en la existencia es una herida 

donde brote la sangre a borbotones. 

La lucha tiene sombra, y las pasiones 

agonizantes, la ternura huída, 

todo lo amado que al pasar se olvida 

es fuente de angustiosas decepciones. 

Pero, ¿por qué dudar, si aún ofrecen 

en el remoto porvenir oscuro 

calmas hondas y vívidos cariños 

la ternura profunda, el beso puro 

y manos de mujer, que amantes mecen 

las cunas sonrosadas de los niños? 

 

 

Crisalidas

 

 

Cuando enferma la niña todavía 

salió cierta mañana 

y recorrió, con inseguro paso 

la vecina montaña, 

trajo, entre un ramo de silvestres flores 

oculta una crisálida, 

que en su aposento colocó, muy cerca 

de la camita blanca... 

 

Unos días después, en el momento 

en que ella expiraba, 

y todos la veían, con los ojos 

nublados por las lágrimas, 

en el instante en que murió, sentimos 

leve rumor de älas 

y vimos escapar, tender al vuelo 

por la antigua ventana 

que da sobre el jardín, una pequeña 

mariposa dorada... 

 

La prisión, ya vacía, del insecto 

busqué con vista rápida; 

al verla vi de la difunta niña 

la frente mustia y pálida, 

y pensé ¿si al dejar su cárcel triste 

la mariposa alada, 

la luz encuentra y el espacio inmenso, 

y las campestres auras, 

al dejar la prisión que las encierra 

qué encontrarán las almas? 

 

 

Egalité

 

 

Juan Lanas, el mozo de esquina, 

es absolutamente igual 

al Emperador de la China: 

los dos son el mismo animal. 

Juan Lanas cubre su pelaje 

con nuestra manta nacional; 

el gran magnate lleva un traje 

de seda verde excepcional. 

Del uno cuidan cien dragones 

de porcelana y de cristal; 

Juan Lanas carga maldiciones 

y gruesos fardos por un real, 

pero si alguna mandarina 

siguiendo el instinto sexual 

al Emperador se avecina 

en el traje tradicional 

que tenía nuestra madre Eva 

en aquella tarde fatal 

en que se comieron la breva 

del árbol del Bien y del Mal, 

y si al mismo Juan una Juana 

se entrega por modo brutal 

y palpita la bestia humana 

en un solo espasmo sexual, 

Juan Lanas, el mozo de esquina, 

es absolutamente igual 

al Emperador de la China: 

los dos son el mismo animal. 

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